Resistir en medio de la guerra: Relatos LGBTI en el suroccidente colombiano. De la mano de Caribe Afirmativo reconstruimos cuatro historias de personas con orientaciones sexuales y expresiones de género diversas en Cauca y Valle del Cauca, para seguir contando cómo ocurrió, y no ha cesado, la violencia contra la población LGBTI en medio del conflicto armado en Colombia.
Por: Laura A. Torres Martínez – Pacifista!
Se trata de castigar lo que no sea la heteronorma
Mucho se ha escrito sobre cómo la guerra en Colombia ha dejado una dolorosa huella en la vida de millones de personas y en la historia del país. En medio de este relato, todavía tenemos uno que contar con mayor profundidad: el de la población LGBTI y las violencias que afrontan, todavía, en el marco del conflicto.
Ningún actor armado, legal o ilegal, sale bien librado de este cuento. Durante décadas han cometido todo tipo de barbaridades contra cuerpos y vidas de gays, lesbianas, bisexuales y trans. Su propósito, según han denunciado organizaciones de la población civil, ha sido castigar y eliminar cualquier expresión o identidad de género diversa, así como las orientaciones sexuales que no responden a la heteronorma.
Esta forma de violencia no es producto del conflicto armado en Colombia
Se trata de un fenómeno sistémico, estructural y global. En todo caso, según la documentación que ha hecho Caribe Afirmativo, una organización que trabaja por los derechos de las personas LGBTI en escenarios del posconflicto, la guerra sí fue el escenario en el que se recrudecieron y exacerbaron las agresiones contra la población LGBTI.
De ahí que sea indispensable revisarlas a la luz de esta realidad y, además, bajo un enfoque de género. “Hay una guerra contra estos cuerpos transgresores y, por eso, es importante incluir también a quienes se salen de las normativas de género, que no son sólo mujeres, sino que pueden ser hombres o personas no binarias”, ¡le explicó a PACIFISTA! Laura Osorio, psicóloga y parte del equipo de Caribe Afirmativo.
Para Alfredo Bula, abogado y subdirector de esta corporación, ese tipo de agresiones también están relacionadas con la necesidad de ganar beneficio militar, pues al ejercer control social, los actores armados logran consolidan su dominio territorial.
“Estas violencias ocurren en todo el territorio nacional y los grupos armados ilegales comparten una misma forma de ejercerlas. Es decir, seleccionan a la víctima y buscan que esta violencia sea vista como una forma de escarmiento para que otras personas no se acerquen ese tipo de conductas”, sostuvo el abogado.
Los efectos en las vidas de las y los sobrevivientes son devastadores: “la libertad de expresión, el pleno desarrollo identitario y la realización del proyecto de vida; la participación en espacios de decisión y en espacios públicos y privados, al igual que el cuidado de su salud física y mental les fueron arrebatados a las personas con orientaciones e identidades de género no normativas y diversas”, agregó Osorio.
Sumado a esto, el tejido social de un territorio también se fragmenta cuando hay agresiones particulares contra la población LGBTI, pues se han documentado múltiples casos en los que no solo los actores armados ejercieron violencias, sino que la población civil llegó a pedir que se atacara a estas personas.
‘Aquí, nadie pidió la guerra…’
A las víctimas, estos marcados patrones de criminalidad les impedían visibilizarse y con ello, poder organizarse colectivamente”, argumentó el subdirector de Caribe Afirmativo. Es un asunto que, a su juicio, la Jurisdicción Especial para la Paz –JEP– tendría que reconocer.
Precisamente, en abril del año pasado, la JEP acreditó a cinco personas LGTBI en el caso 05 sobre la situación en el Norte del Cauca y sur de Valle del Cauca. El tribunal deberá estudiar si las agresiones que sufrieron ellas y ellos pueden considerarse crímenes de persecución, anclados en prejuicios y discriminación contra esta población.
PACIFISTA! reconstruyó cuatro de estas historias con base en el informe ‘Aquí nadie pidió la guerra’, que Caribe Afirmativo presentó en marzo del año anterior. En éste se relatan las amenazas, violencia sexual, hostigamientos, torturas y todo tipo de agresiones que tuvieron que afrontar estas personas en medio de la guerra, a manos de la antigua guerrilla de las Farc, paramilitares y Fuerza Pública.
Se trata de las voces de sólo cuatro de miles de sobrevivientes del conflicto armado, cuyos relatos nos recuerdan la crueldad de la violencia. También, la responsabilidad que como sociedad tenemos frente a estos crímenes de odio, porque al silenciarlos le fallamos a la verdad que las personas LGBTI merecen.
La revictimización estatal, la falta de justicia, verdad y reparación para las y los sobrevivientes aumenta su desconfianza y sufrimiento, de acuerdo con Laura Osorio. Por ésta y otras razones, hay que escucharles, amplificar sus voces y permitirles, si así lo quieren, contar sus historias. Ésta es una deuda que toda la sociedad tiene con la población LGBTI.
Les compartimos cuatro relatos de sobrevivientes que siguen resistiendo con resiliencia a estas violencias.